Según Benjamín Prado, el futuro no debería ser arrastrar todo lo que
tenemos un poco más adelante, porque de esa forma viviríamos en un presente
eterno.
Sin embargo puede que sigamos haciendo lo mismo, pero lo empecemos a ver de
una forma diferente. Podemos dejar de considerar nuestro trabajo como algo
importante, podemos dejar de pensar que la persona que tenemos al lado es
importante y de algún modo, seguir en ese trabajo y con esa persona.
Hay un instante en el que se escucha un clic en nuestra cabeza, como si
alguien nos gatillara en el oído. Ese clic es la detonación de una bomba que
lleva semanas, meses...años en cuenta regresiva. “ Te dejo, pero no es de
ahora, hace tres años que lo vengo pensando”. Lo más impresionante que es capaz
de hacer el hombre, es resistirse al cambio, simular, olvidar,
reprimir, inventar, distraer y medicarse.
Habría que preguntarse cuál es el grado de incidencia del mundo externo en
esa trasformación, es decir, cambió la otra persona, cambiaron nuestras necesidades, o
al fin somos capaces de admitir que nunca estuvimos convencidos del todo.
De lo que estoy segura es que aun viviendo solos en medio de una isla,
encontraríamos las razones necesarias para cambiar dentro y fuera de nosotros.
La naturaleza nos obligaría a mudar nuestra choza hacía el otro lado de la costa,
a comer otra cosa cuando acabe la temporada de lo que recolectamos y a la vez,
nuestro pensamiento respecto a esa isla seguramente pasaría de ser algo más que
una supervivencia inhumana, a una sensación de pertenencia y una rutina
más o menos establecida.
Sea de adentro o de afuera, cada cambio nos cambia y no es ni para bien ni
para mal, el cambio simplemente es lo normal. Somos 206 huesos, 21 órganos, 23
cromosomas y un cóctel vital de inestabilidad, vulnerabilidad y dudas que
debemos conocer, aceptar y respetar (en esos pasos exactos) antes de que la
bomba, nos gatille la cabeza.
asi, asi de claro. asì de sencillo.abrazos, ANita.siempre
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